(Perdóneseme la ausencia.)
(Perdóneseme la ausencia. Es porque a Griselda, en sus 15 años, la puso en flor el humano llamado de las hormonas, colocó su cuello bajo los colmillos de una persona venida a camionero, vivió doscientos cuarenta y tantos días creciendo su pasmo, esperanza, dudas, caricias pero no muchas, angustia, incertidumbre, panza, miedo, preguntas contestadas con advertencias de condenación eterna, expulsión de paraísos domésticos, soledades cada día nuevas y crecientes, arrepentimientos y sólo la oscura, nueva y asfixiante compañía de un nudo, muchos nudos que jamás habría una segunda oportunidad para perfeccionar. Fue piadosamente orillada por obra, omisión, oración y legislaciones de quienes hicieron todo lo necesario para sustituir sus derechos por un dogma religioso que aplastara cualquier posibilidad de esperanza traducida en oídos para escuchar, bocas para perdonar y ciencia para remediar, y se ahorcó. Tal vez así sea esto de volver a la prehistoria.) (P.S. de la ausencia: Van 33 en este año, y contando.)