¿Leerán este momento los legisladores?

Falta menos de una semana para la elección del 5 de julio. La pregunta natural entre los ciudadanos ante este proceso, debería ser: ¿por qué partido/candidato votar? Sin embargo, la realidad ha decidido dictarnos otra: ¿Entenderán los partidos políticos que sus legisladores, quienes quiera que resulten electos, deberán trabajar con toda seriedad para resolver esos boquetes legislativos que impiden a la sociedad participar más abiertamente en este sistema social, entendido como democracia participativa? Si así sucediera, si este tema fuera privilegiado en las siguientes legislaturas estatales y de la federación, estaríamos ante el resultado de una presión social que se ha manifestado por todos los medios –incluso los electrónicos, aunque en menor medida-. El correo electrónico y los blogs, principalmente, fueron los canales utilizados por quienes promueven opciones como el uso del voto blanco (“acudo a la casilla pero anulo mi boleta”) o incluso la opción por el personaje imaginario Esperanza Fallida –quien, por cierto, parece haber surgido de la delegación guanajuatense del organismo Propuesta Cívica (www.guanajuato.propuestacivica.org.mx). Aunque prácticamente cada organismo promotor ha utilizado los mecanismos y enfoques a su alcance para llamar la atención gubernamental y de los partidos, y convertir este proceso electoral en una oportunidad para la atención de urgentes cambios en las legislaturas, los principales temas suelen ser: disminución de diputados federales, de 500 a 300, y la de senadores, de 128 a 32; cancelar seguros médicos de legisladores y funcionarios públicos, sometiéndolos a las “excelencias” de nuestras instituciones –ante las que, de cualquier manera, su derecho de picaporte les haría sujetos de atención privilegiada, a diferencia del ciudadano común-; recortar a la mitad el presupuesto que los partidos políticos reciben como prerrogativas; desaparecer las diputaciones plurinominales, para que cada partido político tenga en las legislaturas rigurosamente la representación que sus votos le hayan conferido en las elecciones; facilitar el acceso de candidatos independientes a las elecciones; aplicación de mecanismos de consulta como el plebiscito y el referéndum, además de la eliminación del fuero entre los gobernantes y legisladores, para sujetarlos a la rendición de cuentas como a cualquier ciudadano. Los contenidos del párrafo anterior, por cierto, fueron recibidos de la organización “100xGuanajuato”, que no incluye una demanda expuesta por otras: la reelección la ayuntamientos y legisladores, que se constituiría en una forma de “premiar” a los buenos con la repetición en el cargo. Una importante carga de realidad deben tener estas demandas ciudadanas, para que el presidente Calderón las haya hecho suyas el miércoles de la semana pasada, cuando ante un Foro Nacional de Seguridad con Justicia, “demandó de los mexicanos una mayor participación política para transformar la vida institucional del país y de los propios partidos, pero sólo a través del sufragio. Calderón sugirió construir otros partidos políticos si no se está satisfecho con los actuales” (El Universal, jueves 25 de junio 2006). Ya lo sabemos: con o sin voto blanco, el universo de la votación será distribuido entre los porcentajes que obtenga cada partido/candidato, según los votos válidos, sean éstos pocos o muchos. ¿Sabrán ellos responder, ya como legisladores, a esta inédita presión ciudadana para que den prioridad en su agenda legislativa a semejantes urgencias?