De una calle larga, larga

Publicado en por Tlacuilo

Dicen los que dicen, que ahora sí va en serio. Que el bulevar López Mateos recuperará el esplendor perdido. Que otra vez correrá por sus venas-aceras el oxígeno de los negocios, y que las construcciones ahí castigadas por el abandono que la modernidad impuso a nuestro centro histórico, pueden recuperar un valor comercial que las ponga otra vez coquetas y productivas.

Pero es posible que las historias de malnacimientos, esplendores y ocasos de nuestro eje, sean mucho más complejas y de difícil explicación –y solución- de lo que parece, como parte del rosario de evoluciones-afrentas urbanísticas que nuestra ciudad vivió a lo largo del siglo XX.

Esta saga, la de la profunda herida que literalmente partió por el eje a León, inicia en 1963 con aquel mandato desde el gobierno estatal encabezado por Juan José torres Landa, que entonces tenía el privilegio de la decisión, los pesos públicos y un Plan Guanajuato, suficientes para determinar que la carretera Panamericana dejara de circular por entre las calles leonesas, y tuviera a lo largo de la ciudad una vía para ella solita –que no es lo mismo pero es igual-, entrando desde Silao y continuando camino a Lagos, o viceversa.

Asfaltos de carretera a sólo tres cuadras del centro de la ciudad, viviendas mostrando pudorosas pero resignadas el triperío a través de la piel desgarrada por el eje, ciudadanos resignados a torear vehículos a lo largo de esa calle larga, larga, que pronto se convirtió en nuestra gran manifestación de modernidad, fueron de inmediato –y a lo largo de muchísimos años- incorporados como imagen de nuestra ciudad, la que de esa forma entraba al siglo XX, aunque ya hubiera transcurrido la mitad de éste.

La promesa de plusvalía para quienes conservaran propiedades en la nueva calle, acompañada por la realidad de la especulación inmobiliaria de quienes –poseedores de información privilegiada- compraron barato a tiempo, para edificar o vender caro en su momento, forjando así verdaderas fortunas para ellos y sus herederos, determinó desde entonces los ritmos con que esa gran vía hubiera querido continuarse en más de un sentido como columna vertebral de León, hasta la llegada de 1990, más o menos.

Nuestro eje, ya bautizado formalmente como bulevar López Mateos, fue objeto entonces de una cirugía pretendidamente mayor pero de alcances menores, llamada PITUL –Plan Integral de Transporte Urbano de León-, con la que se intentaba –por primera vez en la ciudad- iniciar esa metida en cintura de nuestro transporte urbano, caracterizado entonces –igual que ahora, aunque no con la prometedora lentitud de nuestro actual SIT y sus orugas- por contaminador, atrabiliario y permanentemente atentatorio contra la dignidad de quienes pagaban –y pagan- sus servicios.

Confinamiento de los camiones urbanos al carril externo –boyas metálicas de por medio- y sembrado de enormes jardineras, que a lo largo del todo el López Mateos eliminaron la posibilidad de estacionamiento para vehículos de clientes y comerciantes, dignificando los espacios peatonales, iniciaron ese lento pero tenaz goteo con el que empezó a desangrarse la vida comercial de nuestra orgullosa gran avenida leonesa.

Los camioneros, por su parte, ni sudaron ni se acongojaron como consecuencia de esa medida, aplicando esa creatividad que siempre les permitió prestar un servicio público como el fumigador acomete sus tareas. La pérdida de eso que los urbanistas llaman centralidad daría la torera puntilla a las vocaciones comerciales del bulevar, al trasladarlas a los nuevos centros de vivienda y comercio en muchos otros puntos de la ciudad.

Nuestra gran vía, primero eje Avenida y luego bulevar López Mateos, es desde entonces un extenso nudo –en todos los sentidos posibles-, al que el sentido común de cualquier conductor recomienda sacar la vuelta, para evitar sus congestionamientos de tránsito en esas horas pico, que pueden iniciar a las ocho de la mañana y concluir a las diez de la noche, acompasadas desde siempre por la respectiva sincronización –así le llaman- de semáforos.

Y aquí sigue nuestro gran bulevar, esperando al guapo que le quiera meter a su vialidad un segundo piso o cualquier otra forma de solución drástica y de vanguardia, en una urgencia similar a la de otros proyectos, temerarios pero visionarios, como los pasos a desnivel –elevados, subterráneos, de ladito o por donde sea- que oxigenen y liberen de la asfixia urbanística a nuestro centro histórico.

Lo cierto es que este bulevar ya no será –ni tendría por qué ser- lo que alguna vez fue. Lo interesante será ver y vivir su conversión en algo nuevo, que la ciudad necesita, mucho más allá de una nueva colección de cajones de estacionamiento y fachadas.

P. S.: El sustento histórico para este artículo fue tomado del libro Transformaciones Urbanas de León | Siglo XX, de Miguel Ángel García-Gómez, que Tlacuilo Ediciones publicará en 2010. Cualquier demérito en las ideas aquí expuestas, puede ser cargado al firmante.

Publicado en El heraldo de León el 28 de diciembre de 2009.


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M
<br /> <br /> Si fuera posible que el bulevar leyera esta columna te diría ¡ gracias¡ aunque creo que te faltó mas el retrato de su deplorable imagen actual, en pleno centro; el abandono.<br /> <br /> <br /> <br />
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L
<br /> Me gusto tu articulo ; pero el duende de la redaccion  sigue suelto  Mira que publicarte el mero 28 de Diciembre. Que mala onda .<br /> Saludos y buen año 2010.<br /> Dr Luis Sojo Rostowseva <br /> <br /> <br />
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R
<br /> Pues interesante el tema, interesantes los datos, y buena la forma de decirlos...<br /> yo he sigo testigo, desde el interior de la administración, y también como consultor y observador externo, de esta transformación....<br /> y tengo serias dudas sobre el nuevo proyecto... he escuchado a los comerciantes, a los dueños de los predios, a la gente que vive cerca... y la solución en realidad (si es que hay alguna), es<br /> compleja y no creo que pase por volver a poner cajones para los coches....<br /> siendo la zona central de la ahora metrópoli, tiene un enredo de situaciones económicas, comerciales, inmobiliarias, pero también de temas culturales, sociales y ambientales que vale la pena<br /> considerar...<br /> ya nos veremos, los interesados en el tema, aportando, participando, y tratando de deshacer el nudo gordiano.<br /> Rafa Pérez<br /> <br /> <br />
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R
<br /> Me encanto leer "De una calle larga. larga". Es como que me has dado un poco de historia de la ciudad donde me hubiera gustado crecer. Gracias por la fluidez de las descripciones de lugar y tiempo.<br /> Desde aqui te digo que la nostalgia de una leonesa-tijuanence cala como el gelido frio, hasta los huesos.<br /> <br /> <br />
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